Un horrible crimen aún sacude a Nueva Orleans (Estados Unidos).
Mark Hambrick mató a su hija Amina de 18 meses en 2017 cuando la apuñaló y estranguló hasta que dejó de respirar. El objetivo era que Dios la resucitara a través de un ritual.
Hambrick declaró ante el jurado que él es Jesucristo y que recibe mensajes directos de Dios.
Una de las testigos que fueron llamadas a declarar fue la doctora Janet Johnson, que dijo que que Hambrick creía que sería ejecutado en 2019, en el cuarto centenario de la llegada de los primeros barcos de esclavos a Estados Unidos.
Johnson habló con Hambrick a principios de este año y dice que ella le reiteró que estábamos en 2020 y que él respondió que “nuestro tiempo” es diferente al “tiempo de Dios”.
La doctora declaró que el acusado tenía una gran facilidad para ajustar la realidad a sus delirios.
De hecho, indicó que Hambrick es consciente de que a algunas personas les «dé la impresión de que está loco”.
El acusado compareció ante el tribunal para decidir si alguna vez será mentalmente competente para ser juzgado por el asesinato de Amina.
Pero los médicos estatales indicaron que ya han llegado a la conclusión de que la enfermedad mental de Hambrick es demasiado grave para que se enfrente a un jurado.
El día de los hechos, llamó a la policía para contarles lo que había hecho y esperó en su casa a que llegaran los agentes para que lo detuvieran y lo trasladaran a prisión. No opuso resistencia.
El fiscal Daniel Smart destacó que la trayectoria de Hambrick como auditor evidencia su inteligencia y preguntó si la medicación podría ayudar a tratar sus delirios.
También se cuestionó si podría haber estado fingiendo sus síntomas para tratar de evitar el juicio.
Pero un panel de cuatro médicos dijo que habían llegado a la conclusión de que Hambrick probablemente nunca mejoraría a pesar de que llevaban tratándole desde hace más de un año con fármacos antipsicóticos.