LA LECTURA
Entrevista

Aroa Moreno Durán en el Día Mundial de la Poesía: "Se puede contar lo más terrible buscando siempre la belleza"

La escritora madrileña celebra con 'La Lectura' esta efeméride y la publicación de su poemario 'Todavía una noche', donde narra tres intimidades escritas a lo largo de ocho años

Aroa Moreno Durán en el Día Mundial de la Poesía: "Se puede contar lo más terrible buscando siempre la belleza"
PREMIUM
Actualizado

Aroa Moreno Durán (Madrid, 1981) recita de memoria los poemas de Todavía una noche (Tusquets), su último libro, pero no porque trabajar con ellos los haya instalado de forma permanente en su cerebro. Se los aprendió deliberadamente para no tener que leer ante las personas que fueran a escucharla. Y que fuera una voz mecanizada la que dijera, por ejemplo: «Han pasado unos meses. El cuerpo es esta renovada soledad que conquista el vacío y noviembre, Tengo un desamor de carne: un futuro ha explotado y más adentro nada más que el silencio y las tierras del aire».

«Lo hago para no tener que pensar mientras estoy leyendo», cuenta. Está sentada en una de las mesas cercanas al ventanal del café Moderno, en la Plaza de Comendadoras de Madrid. Y confiesa: «Al leer piensas y, a veces, me emociono. En casa practiqué todos los tonos...».

Todas las cadencias de 32 poemas escritos en un intervalo de ocho años, entre 2014 y 2022, y que vieron la luz el pasado mes de febrero. Desde entonces ha hecho tres presentaciones en Madrid y otra más en Granada. Encuentros en los que hizo como que leía, sujetando el libro entre sus manos, para impedir que el sentimiento se desparramara y fuera la poesía la que brillase. ¿Con quién mejor que con ella se puede celebrar una jornada como la de hoy, Día Mundial de la Poesía?

Sugirió que sucediera en este café que parece anclado a alguna década del siglo XX. Aparece por un recoveco con las manos metidas en los bolsillos del abrigo y una bufanda roja que, durante un segundo, ilumina la plaza. Milagrosamente, la lluvia de las últimas semanas acaba de dar una tregua y hay hasta gente sentada en las terrazas. Acaba de salir de trabajar, dice, y pide una caña. Ella y Todavía una noche comparten algo -además de compartirlo todo-: una mezcla de suavidad y firmeza. Un código propio con el que la autora cuenta cosas tremendas de una manera preciosa. Ella misma hablará de ello más tarde, de por qué el objetivo -la razón, la causa y el desenlace- es la búsqueda de la belleza y también algo más trascendente: «Se puede contar lo más terrible buscando siempre la belleza».

Lo mas terrible, en este caso, son tres relatos: el de una pérdida gestacional, el de una enfermedad y el de una separación. Tres sucesos o circunstancias que, reflexiona ahora, «marcaron su vida pero no son su vida». Tres espacios temporales distanciados en el tiempo que conforman sin embargo un todo que no brotó con intención de convertirse en libro. «Tres golpes de escritura» que fueron breves, uno o dos meses de duración.

De todo ello habla Aroa de forma prácticamente informativa -es periodista- en el prólogo de Todavía una noche. Cosa que de por sí ya sorprende: ¿desde cuando los poetas dan explicaciones pormenorizadas sobre sus versos antes de que el lector acometa su lectura? Es más, ¿desde cuándo los poetas dan explicaciones?

«Soy consciente de que para [haberlos escrito en] ocho años son pocos pero nunca he forzado la poesía. Llega. Por eso he querido adelantar estas palabras en forma de pequeño prólogo, para ubicar los 32 poemas que contiene el libro, su cronología distanciada y tender la mano al que lea estos textos, escritos por una mujer que ya ha cumplido con alegría los cuarenta y tres años», puede leerse en Todavía una noche.

Cuenta también la autora que «se trata de un diálogo con un tú cambiante». 32 poemas en tres partes en los que «algo se ha asistido de la ficción» para deglutir «aquello que una vez pronuncié solo para mí», desvela. Ahora es de todos, Y en la entrevista Aroa se expresa hasta de otro modo. Hay en ella muchos géneros: el de la novela, el de la crónica periodística y el de la poesía. En realidad hay más, pero aquí no se va a contar (a Aroa se le caen como si nada los misterios). «Probablemente la poesía sea lo que más cerca está de mí, de mi personalidad, de mi forma de mirar y de sentir porque en la poesía se establece una conexión que a veces no es ni consciente. Lo que quiero decir es que, estos poemas.... están escritos en momentos en los que se me ha ido un poco, ¿no?», suelta.

Pero en el prólogo lo dice de otro modo que, por su interés, procedemos a reproducir: «Son el intento de sostener en el instante aquello que me sucedía. No responden a lo más importante, no resumen en nada. Aquí tampoco constan ni la felicidad más grande ni los días limpios, pero sí aquellos momentos en los que perdí el suelo bajo mis pies. Si las novelas han sido una indagación de mecanismos levantados artificialmente cuya conclusión, si la hubiera, solo la he intuido después de escribirlas, estos poemas prueban a apresar el estruendo según se descargaba sobre mí. No sé si lo habré conseguido».

'TODAVÍA UNA NOCHE'


Editorial Tusquets.

104 páginas. 17 euros.
Puede adquirirlo aquí.

Probemos: «Esto es la imagen. Blanco sobre negro. Lo claro es la materia. Tu adiós fue una punzada. Tal vez la cesta de la playa. O alguna pena. Eso no es posible, dijeron. Tus dos brazos en cruz». Este poema, que prosigue, se titula Ultrasonido y pertenece a la primera parte, Material biológico, donde se narra una pérdida gestacional. «Una de cada tres mujeres vive esta experiencia y, sin embargo, cuando sucede, no tenemos narrativas a las que agarrarnos. Como casi todo lo nuestro, aunque cada vez menos, sigue dentro de lo privado, de la oscuridad», dice.

La segunda, La lesión, «fue escrita entre los años 2018 y 2019, después del nacimiento de mi hijo y durante la enfermedad de mi madre. Terrores nuevos», prosigue. La tercera se titula Noche polar, fue escrita en el tórrido verano que hubo en Madrid en 2022 y es el relato de una ruptura sentimental que -de nuevo sorprendiendo- está contada de manera distinta. Un ejemplo: hay un poema titulado Bienes gananciales que habla precisamente de lo que durante el tiempo compartido se ganó. Sin mencionar lo que cada uno fue perdiendo por el camino o en el momento de separarse.

«En aquellos momentos de escritura estaba muy conectada conmigo misma. Recuerdo decirme que no entendía lo que estaba pasando, o que pensaba en que algo iba a pasar y me preguntaba cuándo sucedería. Algunos son casi una premonición de cosas que me han pasado después. Como si pudiéramos, en lugar de pensar demasiado, escribir un poema y así ver un poco más claro el futuro que tenemos», cuenta sobre cómo se escribieron los versos que ahora recita de memoria para no desbordarse en público.

Tres intimidades que Aroa publica «como un acto de militancia hacia nosotras, para romper ese límite que nos deja escribiendo de lo permitido. Nuestras palabras, hoy, lo siento así, son políticas». Se refiere «al lugar que ocupa el libro de una mujer nacida a primeros de los 80 y en un país como éste». «Ese es mi espacio, probablemente un privilegio. Mi trinchera es no ser cobarde con lo que escribo y, si puedo, si lo consigo, encender una luz pequeñita donde hay una oscuridad premeditada», prosigue.

Porque cree que vivimos tiempos «en los que la palabra está devaluada, la comunicación es constante y el salto de lo íntimo a lo público se da sin ninguna conciencia». Ella, que afirma «no haber sido nunca militante de nada», dice con igual seguridad que tiene muy claro ese espacio «o lugar político de sus libros».

Y culmina contando una cuarta intimidad a La Lectura, que «escribe poesía y, en general, escribe, porque cuando era muy niña su abuelo le leía poesías». «Era poeta aficionado, había aprendido a leer y a escribir en la cárcel, y todos los domingos, cuando iba a su casa, abría una vitrina donde tenía guardado el cuaderno de los poemas. Mi abuelo, además de poeta aficionado, era comunista o había sido comunista, hechos que a mí me impactaban y de los que bebe mucho mi literatura. Aquel hombre, sin darse cuenta, había puesto delante de mí algo muy importante: que se puede contar lo más terrible buscando siempre la belleza».

No quiero este libro es el título del primer verso de Todavía una noche. Todavía queda poesía.